¿Te atreves a probarte el Casco de las sombras?

Entre los demonios hay una vieja leyenda sobre un artefacto maldito. Se llamaba el Casco de las sombras, y aquellos que lo usaban se convertían para siempre en prisioneros de su propia mente.
Una de las víctimas del artefacto fue un demonio mercenario llamado Tignas. Encontró un casco en las profundidades de una cueva llena de escombros. Al principio, el artefacto era solo un trofeo, pero cuando los humanos fueron a la guerra contra las guarniciones demoníacas, Tignas decidió aplicar el hallazgo en la batalla.
Cuando el casco tocó su cabeza, el demonio escuchó un susurro. Tranquilo, apenas perceptible. No le dio importancia, porque ¿qué es la voz en la cabeza en comparación con la furia de la batalla?
Tignas luchó muy bien. Pero con cada muerte, la voz en su mente se hizo más fuerte, más persistente. En el momento en que el último hombre cayó, el susurro se había convertido en un rugido obsesivo, y el demonio ya no podía resistirlo. Se dio la vuelta y atacó a los suyos.
Los aliados gritaron, trataron de detenerlo, pero el Casco de las Sombras continuó controlando al demonio. Por la mañana no había nadie en el campo. Solo Tignas, de pie entre montañas de cadáveres.
Cuando la locura retrocedió por un momento, el demonio se dio cuenta de lo que había hecho. Horrorizado, agarró el casco para quitárselo, pero el metal parecía fusionarse con la carne. Él le arrancó las garras hasta que un chorro de sangre negra fluyó por su cara, pero todo fue en vano.
La voz ordenó regresar a la guarnición y cortar a todos los que se quedaron allí. Tignas se dio cuenta de que no podía resistir por mucho tiempo, por lo que escapó a un matorral profundo, encontró una cueva y cerró la entrada, condenándose a un encarcelamiento eterno. Lo último que escuchó antes de que la oscuridad lo consumiera fue la risa silenciosa del Casco.
Han pasado siglos desde entonces. La leyenda dice que en algún lugar del bosque a menudo se puede encontrar una cueva llena, y en ella se encuentra un esqueleto con un casco maldito. Y es mejor que nadie encuentre este lugar.
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